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viernes, 9 de abril de 2010

...EL cruce Mágico.. De una Estrella...



Viejo zarrapastroso, se arrastraba prácticamente por aquellas callecitas de un pueblo montañero, llenas de barro y de polvo, los niños al verlo corrían a sus casas, los más grandecitos no paraban de decirle cualquier cantidad de cosas. A su paso se cerraban, puertas y ventanas, mientras un viento frío, levantaba pequeños remolinos haciendo imposible la visual.
Con el rostro mirando hacia el piso, apenas si podía levantar la mirada, para no darse con alguna piedra, el… Seguía su camino, morral acuestas sin importarle nada. Todas las tardes antes de la caída de sol, el recorría el mismo sendero, que lo llevaría a una vieja casona casi destruida por el pasar del tiempo y la falta de mantenimiento. Sus dueños hacía años habían emigrado a tierras lejanas.
Nadie sabía de donde venía, ni para donde iba, ni como se llamaba, menos aún cual era su vida, de el solo intuían lo que podían ver…
Por fin salía de aquel pueblo, dejando atrás gritos y maldiciones, siempre se preguntó el porqué, si el nunca le había hecho daño a nadie, ni había jamás hablado con alguien.
El polvoriento camino continuaba después de un recodo hacia una extensa planicie,
El seguía su andar imperturbado, inmerso en sus pensamientos.
Levantó la mirada hacia el cielo observando el sol, percatándose que aún le quedaban algunos minutos para poder descansar.
Se acercó a una gran roca recostándose de ella, mientras miró el frondoso árbol detrás de la misma, un pajarito andaba brincando de rama en rama, el seguía su lindo saltar y hasta una sonrisa le salió.
Fue algo de algunos segundos, que el pajarito levantó el vuelo, y se fue posar en la partecita alta de la roca… Justo encima de el…
Volteó y, levantó apenas la mirada para no perder de vista aquella ave.
Pero no la vio, los rayos de sol opacaban su visual, sin embargo insistía en abrir los ojos, el quería ver… Sabía que el sol no podía a esa hora brillar tan fuerte desde un horizonte tan lejano.
Aquella luminosidad tan incandescente, lo hizo desistir de sus propósitos, bajando su mirada al tiempo que una voz, dulce retumbaba en el ambiente…
(¡¡ Deja ese morral encima de la piedra, y con el deja tus recuerdos, has sido grande en esta vida, y lo volverás ha ser!!)
El se arrodilló juntando sus manos, no se atrevió a levantar la mirada, le costó un mundo hablar, miles de preguntas cursaron su mente en esos breves segundos…
(¡¡ Señora.. Lo que usted me ordene será hecho, pero donde voy a ir y sin las pocas cosas que me quedan?!!)… Una lágrima bajaba por su rostro…
Una vez más, aquella dulce voz retumbó en el ambiente solitario…
(¡¡Dejad tus recuerdos y tu pasado encima de la piedra, no habrá descanso para ti,
seguid el sendero al frente de la Luna, no cruzáis ni cambiéis la vía, hasta que veáis
un cruce, en el veréis una cruz tomad el camino que la estrella más brillante ilumine,
y seguid por el hasta que el mar os presente su azul, no parareis en ninguna casa, en ninguna calle, ni en el pueblito que orilla el mar, dirigíos directamente al muelle, y una ves allí os podéis sentar, que tus cansados píes sé laven en el agua del mar, luego una doncella de hermoso ramilletes dorados, os dará la bienvenida. Ella será la compañera de vuestra vida.!!)
Hasta la tierra tembló con la firmeza y orden con que habló aquella sutil voz!
La luz de pronto desapareció, alzando la mirada, alcanzó a ver el vuelo de aquel pajarito pasar por encima del frondoso árbol, perdiéndose tras su mirada en el horizonte.
Aún sin creer en lo que había escuchado, se pasaba el brazo por su cara, secando las lágrimas que de sus ojos seguían saliendo.
Buscó su morral, pero ya no estaba, afanosamente miró hacia todas direcciones, no lo veía, hasta que alzó su mirada, el morral se encontraba en la parte alta de aquella roca,
en ese momento tuvo la certeza que lo que había visto y escuchado, no era fruto de una jugarreta de su mente o de su imaginación.
Erigió su cuerpo, al mismo tiempo que respiraba profundamente, volteó la mirada para ver por última vez aquel sendero transitado por tantos años, percibió a lo lejos la pequeña cúpula en madera de la iglesia, se regresó a sus pasos y de buenas ganas empezó a andar por aquella trocha de tierra hacia el destino que para el había reservado el cielo.
Nota del Autor.. (La mañana siguiente, unos montañeros dieron aviso en el pueblo, de haber encontrado encima de la roca gigante, el morral del zarrapastroso, pero el no estaba, su ausencia causó pánico en los habitantes del pequeño poblado, según cuentan las anécdotas del tiempo, todo el pueblo se movilizó en su búsqueda, intentando encontrar un cuerpo muerto, dándose golpes de pecho, por la forma en que trataron aquel extranjero que jamás se permitió alzar la mirada o dar respuesta alguna.)

La noche no tardó en llegar, y el seguía en su andar, a veces con dudas cuando la trocha se abría en dos, y recordaba las ordenes recibidas, (Seguid el sendero al frente de la Luna)..
Los píes le dolían a medida que avanzaba en la etérea noche, para desviar sus pensamientos de los tristes recuerdos, miraba la Luna intentado presentir, como sería el mañana, que rostro tendría la doncella, el pasado empezaba a quedarse atrás, el presente era tan solo un momento de tránsito, y el futuro se avizoraba prometedor.
Por fin llegó al cruce donde estaba la cruz, y recordó aquel dicho que reza, “justo antes del amanecer es cuando más sé ve la oscuridad de la noche.”
Alzó sus ojos hacía el cielo, de las miríadas de estrellas que brillaban en el, una tenía una luz particular, era azulada e intensa, su sentido de orientación le indicó que a la derecha era por donde debía continuar…
Y no se equivocó, tras media hora de andar y, luego de una fuerte empinada, con las primeras luces del alba, ante sus ojos se abría un vasto manto azul, sonrió de felicidad, poco importaba en ese instante el dolor de sus píes sangrantes, sus músculos adoloridos,
las heridas provocadas por las varias caídas habidas en aquella noche mágica.
A medía mañana se encontraba entrando en el pueblo que orillaba el mar, una que otra persona se acercó para ofrecerle ayuda, algo de agua, el respondía haciendo señas con la mano que no, solo le importaba llegar al muelle, y poder así sentarse a refrescar sus píes en el mar.
Hasta que vio el muelle, entonces con las ultimas fuerzas que le quedaban, corrió hacía el, llegando hasta el final del mismo, luego se sentó sumergiendo sus heridos píes en el agua marina.
Se recostó sin sacar sus píes del mar y, se quedó admirando aquel cielo azul;
Una medía hora después, una hermosa doncella de ramilletes dorados, se acercaba con una jarrita de agua fresca para tomar, un balde de agua dulce y un pañito, para limpiarle las heridas.
Fue entonces cuando poniéndose de píe observó lo cristalino de aquellas aguas, los peces nadando alrededor de las portantes del muelle, y al mirar los ojos de aquella doncella que con mucho cuidado limpiaba las heridas de sus rodillas, no había diferencia, eran el mismo color, volteo la mirada hacia el pueblo y vio el pajarito posado en un poste de madera…
Tomó agua, al tiempo que la doncella con una sonrisa le ofrecía su mano, guiándolo hacía un hogar, en que todas las mañanas al despertarse se asomaba por la ventana, a ver aquel pajarito pasar….

Hoy en día en la entrada de esa ciudad hay una placa que reza….
En honor A : …………. Por haber diseñado y construido el malecón que ha salvado la ciudad de múltiples inundaciones.

Príamo.

2 comentarios:

eclipse de luna dijo...

Precioso texto, conmovedor y lleno de dulzura sin duda, una parada en el tiempo para deleitarse con tus palabras.
Un besito y una estrella(esta menos brillante)
Mar

¸¸.•¨¯`•`♥ ♫ dijo...

hermoso...me sostuvo del principio a fin ... que hermoso!Gracias por permitir Amado!Beso.
Ive