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jueves, 10 de febrero de 2011

…Yo vi… Tú Aura.




Escondida tras la espesura de la existencia,
con la mirada pegada al asfalto,
entre recuerdos afligidos,
torbellinos de fatiga,
y…
cansancio mental…
Estabas ahí esa noche,
asustadiza luciérnaga,
de luz propia…
¿Que haces en el mundo,
de los que no saben ver…?

Rostro apesadumbrado,
salitre en las mejillas,
en el mejor de los casos,
músculos comprimidos,
en el altar de la tristeza…

Y yo…
Te observo,
tú luz convocó mí oscuridad…
A lo lejos en monosílabas,
escuche palabras,
indescifrables en mi mente,
sollozos a medio terminar…
que el alma si supo deducir…

Me acerqué a tú luz,
te ofrecí mi mano,
dijiste no…
No quiero tu mano...!
Momentos de cavilación,
silencios y porqués…
Te pusiste de píe,
apoyaste tu rostro en mi hombro…

Pensé en proveerte un cariño,
tal vez en envolverte,
me quedé sosegado…
Luego levantaste tú mirada,
tus ojos hablaron por ti,
no hacían falta términos…

Te mostré el camino,
te indiqué la estrella a alcanzar,
secaste tus lagrimas..
(¡¡ Y ahora te vas…Pensé!!)…
No fue así…

Tus brazos rodearon mí cuello,
sentí un calido beso en la mejilla,
luego se rompió el silencio,
diste unos pasos,
hacía atrás...
Tus ojos no parpadearon,
Y tu voz ya no era quebradiza…

(¡¡ No quise tu mano…
Porqué necesitaba tu hombro,
ya que en ti me pude ver,
y tengo luz propia,
cosa que muchos,
no logran ver…!!)

Y cual luciérnaga voló…
Por la condensada noche,
dejando tras de si,
una estela de luces y estrellas…
Levanté mí mano,
no para despedirla…
Quería decirle algo,
que jamás había escuchado,
la que se reflejó en mí,
no era su luz…
Era su Aura….

Príamo.