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sábado, 27 de marzo de 2010

…Un hermoso…. Manantial.



Adoquines pintados,
cubren las paredes,
de estas arterias,
que saben mucho sobre mí,
El ser omnipotente no los cambia,
ni puede la horneada pintura,
cambiar lo que ellos,
vieron y escucharon.
Es algo más recóndito,
que al tocar el abismo,
renace de sus cenizas,
para emprender a navegar,
una vez más,
en mi cielo azul,
en mi mar azul,
el de mis satisfacciones,
de mis pensamientos,
del sentir que hay dentro de mí.

Tan solo expando mis alas,
y desde mi espectro visual,
recorro los cielos,
posando en los mástiles,
de intrépidos veleros,
que surcan las mares,
que bordean y anegan
el azul de mi alma,
una vez,….. Más!

De lejos veo aquellos adoquines,
que parecieran querer hablar,
sus voces son de aliento,
y,… Sonrientes,
ah la vista ambigua de un recuerdo,
cambian de color, con la llegada
de la luz del solar,
intentado borrar,
lo que placer no les causó.
Ellos conocen muchas realidades
y advirtieron lo que ojo humano no vio,
ahora hablan en su idioma universal,
mostrando la otra cara,
esa que nunca lograríamos percibir.

En mi tranquilo planear,
siento los latidos de mi corazón,
en un inusual concierto,
de paz, serenidad, ilusión,
sonrisas y ecuanimidad,
que regresan a mi,
encubiertos en el alma dorada,
de una musa de ojos inimaginables,
que a la vez se rige y alza,
portadora de tantas virtudes,
que a lo lejos y en la distancia,
cual mana, de manantial
acurruca mis sueños,
dándole un sentido
al vuelo perenne de este albatros.

Cuan lejos han quedado,
los recuerdo de un ayer,
que tristemente pasó al olvido,
sin pena ni gloria,
nada de resaltante para archivar.
¿Cuan lejos si tan solo fue ayer?
Y aunque ayer puede ser hoy también,
las aguas de aquel manantial,
que emanan vida y simpleza,
humildad y existencias,
sonrisas, y alegrías,
catalizan los verdaderos sentidos,
del aullar de un núcleo,
higienizando aquellos adoquines,
preparándolos para recibir,
la savia que pronto volverá,
a adornar sus hermosas fachadas…

La vida día a día,
nos impone un libreto nuevo,
olvidando las páginas pasadas,
que en su precoz amarillear,
solo están destinadas a morir,
porque no fueron idóneas,
para mantener la cristalinidad,
De las aguas de un hermoso
Manantial.

Príamo.